Eran deseados, aunque debido a la alta tasa de
mortalidad de las mujeres en el parto, se usaban anticonceptivos para
evitar embarazos seguidos. Los niños eran mimados y educados sin
distinción de sexo y muchos aprendían a leer y escribir. Los hijos de
familias nobles asistían a la escuela de la Casa Jeneret, la casa de la
reina.
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